EL ARTE DE PENSAR

El ARTE DE PENSAR

Este ensayo escrito con un estilo sencillo y directo. Muy didáctico y ameno ha sido escrito por el filósofo cordobés afincado en Sevilla José Carlos Ruiz” de quién no había leído nada hasta justo ahora, cuando hace una semana paseando por el Corte Inglés, entre otros, compré su libro. José Carlos Ruiz es doctor en filosofía contemporánea y especialista en pensamiento crítico y profesor de enseñanza secundaria.

El libro, haciendo un recorrido histórico por las principales corrientes filosóficas, propone la urgente necesidad de pensar y pensar bien: el pensamiento crítico que es un arte que necesita herramientas y, sobre todo, práctica. Es fundamental instaurar una cultura del pensamiento en la sociedad. Una de las ideas esenciales que propone el autor es la importancia de cuestionarnos todo. El de no dar por sentado nada y máxime en unos tiempos donde la inmediatez, el exceso de pantallas y el exceso de información puede llevarnos a ideas y a modos de proceder incorrectos. La mejor manera de luchar contra los bulos, detectar falacias, mentiras, modos de vida incorrectos y todo lo que queramos, es simplemente, activando el pensamiento crítico.

Para este pensamiento crítico eso fundamental dos cuestiones previas. Una, son las circunstancias personales y del entorno. Qué clase social es la nuestra, dónde hemos nacido, con qué medios disponemos, etc. y otra cuestión es el contexto. Cuál es la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Hoy día, vivimos en la sociedad de la imagen. Vivimos rodeados de pantalla. Mucha imagen y poca lectura y poca escritura y la imagen se procesa de manera directa sin apenas dejarnos tiempo para reflexionar y pone como ejemplo la metáfora del césped y el árbol que explica el autor en el vídeo de la entrevista y que no quiero destripar aquí.

El pensamiento crítico requiere esfuerzo, energía y práctica. Resulta mucho más cómodo vivir en modo automático y seguir como borregos al resto. Por eso decía Kant que pensar es de valientes. En el libro se pone como ejemplo el Bután un país en el Himalaya considerado hasta no hace mucho como el más feliz del mundo, pero que con la llegada de la televisión y las pantallas llegó a sus ciudadanos un torbellino de imágenes y modelos nuevos que los trastocó haciéndolos más infelices al desear otras cosas que antes ni sabían que existían y dejando de valorar lo que antes querían. Puede parecer un poco absurdo, pero no lo es tanto cuando caemos en la cuenta de que en el mundo occidental es donde más suicidios se producen y eso a pesar de los avances sociales conseguidos y dónde mayor nivel de vida hay. Muy por encima de la inmensa mayoría del resto de habitantes del planeta.

Una parte esencial de este pensamiento crítico es el método utilizado por Sócrates: el método mayeútico. Debemos preguntar, preguntarnos constantemente y a partir de esas preguntas llegar a la verdad de las cosas.

En un sentido más espiritual Spinoza proponía que a través del pensamiento crítico y la reflexión podríamos llegar a una mejora personal y esto conduce a la alegría, en cambio la tristeza sería el resultado de comprobar que no avanzamos sino que retrocedemos.

La parte final del libro se dedica a la corriente filosófica del estoicismo y a sus máximos exponentes: Epicteto, Marco Aurelio, Séneca, Diógenes y otros. El estoicismo no es exactamente resignación como se le suele mal interpretar. El estoicismo es saber distinguir qué cosas dependen de nosotros y cuáles no. En consecuencia debemos preocuparnos por trabajar en lo que nosotros sí podemos modificar y no preocuparnos en lo que no depende de nosotros. Muy lógico. Otro de los principios del estoicismo es saber templar los deseos. Cuanto más deseas más sufres. Es bueno trabajar la voluntad y el privarse de caprichos, por un tiempo, para así fortalecer la voluntad y para valorar de verdad lo que se tiene. También para comprobar que se puede vivir con mucho menos de lo que uno tiene. Otra característica es que según los estoicos las cosas nos afectan mucho más por la idea que tenemos nosotros concebidas acerca de ellas que por lo que nos afectan realmente, o dicho con otras palabras: “las cosas no pasas como son, pasan como somos nosotros”.

En el libro también se habla de la envidia y la divide en dos tipos: la buena y la mala. La buena sería aquella que nos motiva para luchar y conseguir aquello que envidiamos. Lo cual no es del todo malo puesto que nos hace mejorar. Dentro de esta envidia habría dos categorías, la buena, buena, que es cuando estás luchando por conseguir algo que valoras desde siempre y al fin lo consigues y que no te importa que otros también la consiguan y además si lo hacen los admiras igualmente y aquella envida que sientes por algo, de repente y en lo que no te habías fijado, por el mero hecho de que lo ha conseguido alguien que tú conoces. Cuando alcanzas esto envidiado realmente no te va a satisfacer plenamente. La envida mala o cochina es aquella que solo vences logrando que aquello envidiado en el prójimo éste lo pierda. Bertrand Russell propone como remedio a la envidia, primero que te esfuerces en conseguir tú aquello que envidias y segundo que sustituyas la envidia por admiración. Que entiendas cómo el otro ha llegado a dónde ha llegado para que reemplaces la frustración por la imitación.

Según el autor, hoy día, impera una falsa creencia de meritocracia según la cual si uno se esfuerza conseguirá lo que se proponga y cuando la gente ve que eso no se cumple consideran que lo que poseen otras personas es injusto y no es merecido. Esto se debe a quela meritocracia no es real. Nadie nace igual y desde el mismo momento de nacer, hay gente que va a tener muchas más posibilidades y oportunidades que otros por mucho que estos hagan. Aunque haya casos de verdadera superación (Steve Jobs, Billy Gates, el fundador de Facebook, Amancio Ortega), pero esto son raras excepciones. El sueño americano, en realidad, es una engañifa.

Estas cuestiones y otras más son tratadas de manera agradable y muy bien explicada por su autor. Invito a su lectura.