"LÁGRIMAS DE VINO" RELATO FINALISTA EN EL X CERTAMEN RELATOS UNED
Tras el fallo del jurado del certamen de relatos cortos: RELATOS UNED 2024 en su décima edición he tenido el honor de ser uno de los finalistas. La temática del concurso era, en esta ocasión, el vino. Les presento el relato que ha sido uno de los finalistas.
|LÁGRIMAS DE VINO|
Mi sangre se
congeló; mi nuez bailoteaba y mis pasos se volvieron vacilantes al
ver a esa pareja en la mejor mesa del restaurante. Dudé entre
darme la vuelta y decirle a cualquier camarero que atendiera su
mesa, pero el protocolo era estricto y era a mí quién correspondía
presentarles la carta del restaurante y, por supuesto, su excelente carta de
vinos. La pareja se miraba embelesada. El hombre, un señor, ya de cierta edad,
a juzgar por sus sienes plateadas vestía elegante con un traje gris de
corte moderno sobre el que destacaba una corbata amarilla de seda.
Su acompañante, una mujer bastante más joven, era, sencillamente,
preciosa. Con unos ojos negros que estrujaron mi corazón como hacía
mucho tiempo nadie había hecho. Respiré hondo y mientras me encaminaba a
su mesa aproveché para observar con ojos de búho a la mujer. Se llevaba
su mano a la oreja colocándose el cabello en un gesto de coquetería
femenina que me hizo recordar amores pasados. Les presenté la carta
y los vinos de la bodega. La mujer, por fortuna, no mostró señal de
haberme reconocido y si no lo había hecho ya a buen seguro que no lo
haría en el resto de la noche puesto que toda su atención estaba acaparada
por aquel imbécil de corbata amarilla, voz engolada y gestos
grandilocuentes.
En situaciones
así el varón suele venirse arriba para impresionar y tiende
a extender su billetera como el pavo real su cola y aproveché para tirar
a matar recomendándole los vinos de la bodega más caros. Reconozco
que sufrí un tic en el ojo al ponerle a prueba y sugerirle un
Pingus. Aceptó mi recomendación interrumpiéndome cuando describía las
propiedades del caldo <<Armonioso, intenso, fresco y elegante>> fue
lo último que dije de aquel vino hasta que chasqueó los dedos aprobando mi
sugerencia.
Una pequeña
venganza. Por mucho traje y postín que los clientes mostraran sabía de
sobra si pertenecían a la clase tener o a la clase
aparentar y este era más bien de los de la segunda clase y ese chasqueo
de dedos le acaba de suponer 600 euros más a la cuenta. Los dos enamorados no
dejaron de mirarse durante la cena y a cada brindis el tintineo de
sus copas lo sentía como si los cristales de sus copas se rompieran
y me estuviera cortando con ellos. Con el segundo plato me acerqué
de nuevo para sugerirles otra botella de vino que acompañara de manera perfecta
con las carnes que habían pedido. Ni que decir tiene que no buscaba el mejor
maridaje sino propinarle el bocado más grande que pudiera la
cartera de aquel estúpido que se creía el rey de mambo delante de aquella mujer
que tenia rendida a sus pies.
⸺Muy bien, ese borgoña
me parece buena elección ̶ dijo el muy cretino.
⸺Sin duda señor
̶ respondí pensando en los otros 700 euros que subiría la
cuenta.
Terminaron los postres
igual de acaramelados que al principio hasta incluso me pareció
verle a ella rozarle con sus pies desnudos la pernera de aquel
señor debajo de la mesa. Fueron los últimos clientes en irse y para
colmo me dejaron una generosa propina a la que tuve que
corresponder con una sonrisa tan falsa como un trébol de cinco hojas. Para
sorpresa la última botella de vino que les había servido no estaba
acabada y me la llevé a la bodega. Me fui a un rincón y me
senté a solas con mi pasado para probar un poco de aquel excelente vino.
Alce la copa como si levantara una pesada carga en forma de errores
y saboreé aquel vino observando las lágrimas que dejaba en el
interior de la copa. Unas lágrimas que me recordaban a las lágrimas de
aquella mujer tan hermosa a la que abandoné por cobarde cuando me dijo
que estaba embarazada. Renuncié a ella y a su hija -que tenía sus
mismos ojos- y aunque siempre les envié dinero me desentendí
y ahora aquellas lágrimas de vino eran profunda
tristeza y dolor recordándome aquel padre que nunca fui.
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