UCRANIA, UNO DE LOS NUESTROS.

 UCRANIA, UNO DE LOS NUESTROS

 

Ucrania es uno de los nuestros. La consideramos  parte de Europa aunque llevemos décadas dándoles largas en su deseo de ingresar en la Unión Europa. Ucrania está en Europa, sí, pero en el patio de atrás, aunque con esta  nueva invasión de Putin , Europa está reaccionado con mucha más contundencia y rapidez. 

 Pero no  nos engañemos. Si Ucrania estuviera situada en el otro extremo de las  lindes de la Federación Rusa, pongamos por caso, entre  Mongolia y el Mar del Japón,  aun siendo una guerra igual de cruenta; con una masacre sobre la población civil y una estrategia de destrucción total, nuestros noticiarios no emitirían tantas imágenes ni dedicarían tantos minutos haciéndose eco de la noticia de esa desgracia.  Sería, simplemente,  una guerra más de las tantas que hay en la actualidad. Desde que se inició a finales de febrero la invasión rusa de Ucrania han huido del país 5 millones de personas, la mayoría han ido a los países vecinos, fundamentalmente Polonia, pero otros han recibido muy buena acogida en  países más alejados como España.  Nada que ver con el trato dispensado  a   refugiados de otros países más alejados geográfica o culturalmente que, en definitiva,   no los percibimos  de los nuestros. Por ejemplo,  Siria ha generado más de 9 millones de desplazados desde 2011 y Europa ha sido  menos comprensiva ante un drama de similar o mayor magnitud. Incluso países como Hungría directamente los han rechazado.  El compromiso adquirido por la Unión Europea fue retenerlos -perdón, alojarlos quería decir- en Turquía en unos campamentos de campaña  mediante un convenio y acuerdo económico con Erdogan. Dicen muchos inmigrantes de Siria, Afganistán y otros países que se alegran de la buena acogida que Europa (hasta que se nos olvide) está brindando a los Ucranianos, pero que también quisieran ellos un trato semejante.

Ahí está la madre del cordero.

La empatía, la solidaridad, aumenta cuando reconoces el dolor ajeno en alguien que muy bien podrías ser tú o tu familia. Uno de los tuyos si no tú mismo. Desde el punto de vista ético, claro está, no existe diferencia entre la desgracia de un pueblo y otro, pero el ser humano para estas cuestiones es miope  y  lo que ocurre lejos  no lo siente

Esa es la diferencia.

 Si nos preocupáramos como lo hacemos con Ucrania de los 50 millones de refugiados que hay en el mundo, no podríamos vivir de la pena. Se dice fácil la palabra refugiado, pero si hacemos el esfuerzo de imaginar por lo que debe pasar un refugiado nos damos cuenta  de  que el ser humano sigue siendo el peligro más grande para otro ser humano: que  destruyan tu hogar, que te quiten todo, que pierdas tu trabajo,  tu modo de ganarte la vida, que de la noche a la mañana no tengas nada  y que lo único constante segundo a segundo sea el  miedo a  que te maten a tí y a tu familia. Si  todos los refugiados que hoy día han huido de su país por culpa de la guerra fundaran un país, el país de los refugiados, sería, con 50 millones de habitantes, el país número 24 del planeta.

Con todo y con eso sería injusto no reconocer los esfuerzos que hace la Unión Europea para dar respuesta humanitaria, aunque siempre se pueda hacer más. También y no menos cierto es que   los países europeos y sus ciudadanos (el mundo occidental en general como símil de civilizado...), no seamos conscientes de la incongruencia entre lo que decimos  y hacemos, porque  hablar resulta fácil, pero meterse la mano en el bolsillo -perdón, actuar quería decir- eso ya es otro cantar y cuesta mucho más porque si el compromiso es solo de palabra poca ayuda brinda. Hace falta estar dispuesto a sacrificarse más y renunciar a cosas materiales para así, de verdad, destinar más recursos a los más necesitados como pueden ser los refugiados, aunque mucho me temo que esto no va ocurrir.

 Siempre se puede aprender y además de aprender  arbitrar soluciones para que el futuro de la humanidad no se vea comprometido por  personajes como Putin y otros similares. Pero, por ahora, las dos cosas más importantes son la democracia. Democracia como salvaguarda del máximo principio de vivir en libertad y tranquilo y, por encima de la democracia,  un poquito de humanidad. Que no se nos olvide. Sean de los nuestros o de los otros.

                        Foto tomada de Europa Press


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