TALIBANES DE MI VIDA
Fíjense en los tres sujetos del
centro de la imagen. Si no fuera por el fusil que porta uno de ellos, podrían
constituir la imagen de cualquier anuncio de una marca elegante de esas que nos
bombardean cuando se levanta la veda
para las compras compulsivas, digamos Navidad. No me lo nieguen. Todos hemos visto caretos anunciando
perfumes, calzoncillos exclusivos y un sinfín más de cosas con rostros mucho
más estrafalarios y feos. Estos de la
imagen posan bien. Lucen de miedo, con
una estética que podría calar muy bien en la publicidad del mundo occidental al
menos durante una campaña. Ya sabemos que en el mundo capitalista todo tiene
fecha de caducidad. Comprar o morir. Consumir o morir. Ese podría ser un buen lema
de nuestro mundo, del que la segunda
parte, la de morir, bien conocen todos
esos afganos y afganas que se afanan, perdón por el juego de palabras, en llegar
al aeropuerto de Kabul, como puerta de escape al paraíso. Un paraíso que nada
tiene que ver con los ríos de leche y miel y vírgenes del Islam, pero en el que
por lo menos, aun con todas las imperfecciones de cualquier paraíso, te dejan pasear tranquilamente por las calles.
Un mundo desarrollado, el nuestro, al cual el resto del mundo lo hace mejor de
lo que es, simplemente porque con el suyo se empecinan en hacerlo peor. Esa
gente que huye despavorida, que se inmolan en los pies de los aviones que
despegan, quieren algo tan sencillo como libertad y que les dejen en paz
aquellos que pretenden un comportamiento de la vida
ajustado a unan peculiar interpretación de una religión como aliada al mantenimiento
de su poder. ¿Nos suena eso? Ahora corren sesudos análisis geopolíticos y de
geoestrategia signifiquen los que signifiquen, de gente que ya sabía de antemano que todo
esto que está sucediendo ahora iba a ocurrir, pero que antes no se les escuchaba decir ni mu.
Yo, que no tengo ni idea de nada, hace
mucho tiempo, cuando los rusos desistieron de adueñarse de Afganistán, supe que
aquellas tierras indómitas eran, son y serán de armas tomar aunque la vida
siempre sorprende y ahora China con la zanahoria del dinero y la vista miope
hacia las barbaridades de los talibanes, que de eso saben mucho también los del
gobierno Chino, serán los nuevos aliados
de aquel país.
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Agencia Reuters/Stringer. Diario El País. |
Por cierto, uno de esos jóvenes
del centro de la imagen está hablando con el móvil. Por hacer eso mismo una
mujer afgana, según ellos con un
muchacho, que es algo muy contrario a no sé que normas de moral y religión, la apalearon en público. Como
siempre, en cualquier lugar y en cualquier tiempo los que pierden son los de
siempre, la gente sencilla que solo quieren ganarse la vida honradamente y en
paz. Con los talibanes damos un salto en el tiempo a cinco o seis siglos atrás,
aunque a veces uno piensa que todo es siempre lo mismo. Como esas caras de los
jóvenes de la imagen que parecen modelos que uno juraría ha visto antes antes
en anuncios de televisión.
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