UNA CARTA PARA YAGO

Ya sé que  no sabes leer, pero  no te preocupes  porque   después de escribir estas palabras que intento hilvanar como dice  mi seño  de lengua te las leeré despacio para que me entiendas bien.  Te escribo   porque si no lo hiciera    se me olvidarían cosas. Con el papel delante  podré contarte todo  con la esperanza de que  sientas estas letras como   los pétalos de las flores sienten  las gotas del rocío. No estés triste, Yago. Yo, cuando empezó todo,  estaba como tú  estás ahora.  En ti me veo a mí.  Confuso y sin fuerzas siquiera de  gritar contra esta  sinrazón que ahoga. De día suspirando y de noche casi  aullando sin consuelo a la noche de frías estrellas. Yo, apenas duermo.  Solo llorar y callar.  Veo que has perdido el apetito aunque papá y mamá parecen no  darse mucha cuenta.  Ellos  han intentado explicármelo, cada uno a su manera, y se han esforzado, solo que me horrorizaba lo que iba comprendiendo y por eso   cerraba los ojos y me tapaba las orejas para dejar de  entenderles.   Te escribo estas líneas en la mesa ovalada  del comedor,  esa en  la que tanto te gustaba juguetear mientras yo hacía   los deberes y  me fijo en el portarretratos que ocupa el centro sobre el tapete de hilo que cosió la abuela.  Ahí estamos los cuatro y tú  con el pelo largo,  radiante. Antes  apenas   me fijaba en la foto,  pero ahora no puedo evitar  dejar de mirarla.  Ya no habrá más fotos así, con los cuatro juntos quiero decir.  Papá y mamá podrían dedicar las mismas energías a quererse (como antes  hacían) que en odiarse. Nos iría mucho mejor  y es menos cansado, pero no hay quien pueda comprender a los mayores.  Aunque, a veces, creo que tú, aún siendo más pequeño que yo  les entiendes mejor.
  Estoy aprendiendo a vivir con miedo. Ese miedo pegajoso   que te envuelve como el aire.  No sé si podrás entenderlo  pero a mí,   papá y mamá me dicen que ya voy haciéndome mayor y que debo asumirlo. Cosas que pasan, dicen.  Sé que puede resultar extraño, pero aunque  mamá y papá ya no se quieren seguirán un tiempo viviendo juntos  como  antes  aunque ahora  todo sea  distinto.  Dicen que están arreglando unos papeles  pero siempre que hablan de esos  papeles acaban gritándose, pero no es por nuestra culpa Yago.  Antes   creía que sí, pero  papá  dice  que es por culpa de ese amiguito de mamá  y mamá qué es de   papá porque  está   chalado y  otras   cosas mucho peores que ni tú ni nadie debería escuchar. Al menos, desde que la vecina se quejó  de ellos, y no de ti por jugar en su jardín y estropearles sus flores,  ya no se   gritan.  ¿Te acuerdas de los domingos  cuando salíamos los cuatro al campo? Ya eso no va a ser posible. Bueno, salir al campo sí, pero con papá o con mamá, con los dos juntos no y si tú sales con papá yo saldré con mamá o al revés. Sé que es complicado de entender.  Ayer mamá me dijo que para que papá no esté triste   irás con él y yo me quedo con ella y que después, a los quince días yo  iré con papá y tú volverás aquí con mamá y así  una y otra vez. De esa manera ninguno de ellos estará solo, pero no te alarmes, seguro que  no lo he entendido bien. A veces me pasa eso, que no logro entender las cosas.  En el colegio, por muchas veces que me lo  repita la seño en la pizarra no logro comprender sus explicaciones. Pero luego, después de un rato  o unos días sí.   Me resulta muy raro porque antes lo entendía todo muy rápido.  Parece que  cuando te estrujan el corazón también te aprietan la cabeza impidiéndote pensar.  Aunque tampoco pongo  de mi parte  y  cuando mamá o papá intentan explicarme algo no les escucho y  tatareo a pleno pulmón alguna cancioncilla para que no se me cuele por mis oídos ni una sola palabra de lo que quieren decirme. A mamá y a papá no quiero entenderles, pero a la seño  sus explicaciones sí y ya tampoco lo consigo.  Lo  que único que sé es que   mamá y papá ya no se quieren.
No me preguntes porqué. No me lo han dicho y si me lo han dicho no me acuerdo, pero noto el rencor en sus miradas, ¿por qué no será todo como antes? ¿Por qué tenemos que vivir sólo con mamá o sólo con papá? Todos mis amigos del cole, que yo sepa, viven con sus papás y con sus mamás. Aunque mamá me ha dicho que no seremos los únicos, que hay más niños así.  No te preocupes, Yago, porque yo siempre cuidaré de ti y tú, cuando crezcas, de mí.    Tú y yo  siempre estaremos juntos.  No nos separaran. Eso sería horrible. ¡Oh, Dios! Porqué tiene que pasarnos esto. Porqué mamá y papá se han vuelto estúpidos.  ¿Sabes qué dicen? cuando les digo entre llantos lo que te acabo de contar. Me acarician el cabello, apretujan mi cabeza contra su pecho y dicen que no me preocupe. Que me querrán siempre. No saben decir otra cosa. Que no me preocupe.  Supongo que algo parecido  harán contigo cuando te pasan la mano por encima.  Como si  caricias así  fueran suficientes.
 No sé cuanto  entiendes de lo que está pasado, pero te  noto  la mirada apagada y ya no mueves el rabo tieso  como antes, ni ladras con tanta alegría, y que el pelo no te brilla y que ya no correteas ni arrojas la pelota para jugar, pero no te angusties. En cuanto vuelva  papá te voy a sacar a dar un paseo por el parque aunque ahora tengas el pelo corto y haga  frío. Así, mientras tanto,  podré leerte esta carta y cuando volvamos  llenaré tu plato con tu comida favorita. Ya tengo preparada, Yago,  tu correa de paseo.

FIN



Comentarios

Entradas populares de este blog

LA AMISTAD SEGÚN SÓCRATES

Inicio del curso escolar: un poema de Gabriel Celaya como brújula

ILUSIONES ÓPTICAS Y COGNITIVAS. NUESTRO CEREBRO NOS ENGAÑA