RELATO CORTO: VIEJOS CONOCIDOS (PARA EL CONCURSO DE ZENDA)

 

——VIEJOS CONOCIDOS——

 

 Alguna vez  nos hemos podido cruzar con  un viejo conocido. Puede ser un  amigo de la infancia,  de la adolescencia,  del pueblo de los abuelos donde pasábamos los veranos o de lo que sea. El caso es  que,  con estos encuentros,   se  abren los grifos de la memoria  y un caño de recuerdos  con nuestra vida pasada comienza a fluir  ante nuestros ojos. Pero lo que me sucedió en un control antidroga de la Guardia Civil  fue algo mucho más allá.

Viajaba de Madrid a Valencia en un Toyota junto a otro pringado, al que le llamaban “tres navajas”, por su facilidad para sacar dicho instrumento  a la menor oportunidad, cuando un impresionante control de la Guardia Civil nos dio el alto. Un montón de agentes provistos de metralletas, perros  y cadenas llenas de pinchos extendidas por el asfalto que  helaban el corazón a cualquiera. Sobre todo, si llevabas cinco kilos de cocaína en el maletero. Nos habían asegurado que el transporte sería tranquilo, pero entonces comprendí que alguien habría debido de dar un chivatazo.  Habíamos sido unos desgraciados que nos habían usado  como cebo con el que distraer a la Guardia Civil. Dos gilipollas, con cinco kilos de cocaína en el maletero repartidos entre dos  bolsas de deporte y muchas bolitas de alcanfor.

Sí, naftalina, porque al imbécil del tres navajas se le metió en la mollera comprar bolas de alcanfor en el Mercadona antes de partir.  Le argumenté, mientras compraba algo  con lo que hacer los  bocadillos y, así,  no parar en el trayecto  que los perros son  animales de un  olfato extraordinario y que los adiestrados por la Policía y la Guardia Civil son infalibles. Pero no quise discutir. Aquel “porte” me  brindaría un dinero que, ahora sí, lo aprovecharía  para empezar una nueva vida. De verdad. Solo  restaba transportar la mercancía para abastecer el consumo a los clientes en la zona de veraneo. Así nos lo dijo el que trataba directamente con el capo. Con aquel viaje podría dejar todas mis mierdas y alejarme de  las malas influencias. Con aquel dinero me iría con mi Lola  a su pueblecito   y montaríamos ese pequeño bar que sus padres dejaron cuando se fueron a la capital  y viviríamos felices, pero sobre todo tranquilos si es que ambas cosas no son lo mismo.

Pero nos habían engañado. A los pardillos siempre los engañan.  Nos habían prometido doscientos mil euros sin conseguíamos dejar la mercancía  en un lugar de la playa de la Malvarrosa. << Cualquiera en el barrio mataría por poder estar en vuestro lugar>>, decía el muy cabrón.

Llenamos  los macutos con esas malditas bolitas de alcanfor. Su olor me apretó la boca del estómago y no pude dar ni un solo bocado al bocadillo. Menos mal, porque creo que lo hubiese vomitado delante del Guardia Civil que me hizo bajar del coche.  

Tras una curva   un enorme control policial sin posibilidad de esquivarlo nos estaba esperando. Tres navajas y yo enmudecimos y por primera vez en todo el trayecto  solo se oía la voz de Camilo por los altavoces del Toyota. Cuando el Guardia Civil se aproximó hasta mi ventanilla y se inclinó para vernos detenidamente  pensé en abrir la puerta y huir, salir corriendo a todo lo que dieran mis piernas, pero los secarrales  a ambos lados de la autovía me hacían un blanco fácil de apresar. No tenía escapatoria, los imbéciles nunca tenemos escapatoria, así que controlé mis nervios lo mejor que pude.  Me pidió la documentación y se la entregué disimulando el baile de mi nuez al paso de la saliva que,  como  una cascada por el interior de mi garganta, tragaba como podía. Antes, a tres navajas le advertí que cuanto más tiempo lograra permanecer con la boca cerrada tanto mejor.   Se acercó otro Guardia Civil acompañado de un pastor alemán y me hicieron que saliera del vehículo para abrirles el maletero. Aquel perro adiestrado para detectar droga pondría punto y final a mi mala vida y a mis sueños de empezar de cero con Lola.

Entonces sucedió lo inesperado.

El perro se cruzó conmigo y casi me hizo tropezar.  Hizo que tuviera que detenerme. Empezó a dar vueltas a mí alrededor lanzado ladridos de alegría. Olisqueaba mis pantalones y, enseguida, sus ojos  empezaron a brillar. Pasó su hocico por entre mis piernas y daba lengüetazos a mis manos. Se hubiera encaramado a mí con sus patas delanteras para jugar de no ser por el Guardia civil que le tiró de la correa  para acercarlo al maletero aunque el pastor alemán  apenas mostrara interés por el maletero. Regresó a mi lado, sin prestar la menor atención a los macutos. Volvió a lamerme y los  Guardias Civiles   sorprendidos   dijeron que podíamos continuar.

Al día siguiente,  los telediarios abrieron con la noticia de que en un control de carreteras un pastor alemán de la Guardia Civil “Titán” había descubierto el cargamento de droga más grande jamás interceptado  en España.

El nombre de Titán, entonces me hizo recordar de golpe  al cachorro de pastor alemán  que trajo mi padre a casa cuando yo era un zagal con unos doce años. Lo había encontrado perdido entre las vías del tren y de no haberlo cogido hubiera muerto triturado bajo cualquier tren. Estuvo en casa varios meses y jugábamos sin parar.  Recuerdo su chapita  con el nombre de Titán.  Al final, su dueño apareció. Un criador de perros que lo cedió a la Guardia Civil para emplearlo en la lucha contra el narcotráfico. Titán, después de diez años, aunque yo no me acordaba de él, él  de mí, sí.

Y eso me salvó.

Me salvó de ir a prisión por muchos años y de haber mandado a la mierda  mi vida. Gracias a Titán pude empezar de cero. De verdad.

Cuando llegamos a la playa de la  Malvarrosa no tardé en convencer a tres navajas de arrojar el cargamento al mar. Titán, aquel viejo conocido, me enseñó que siempre se puede empezar de cero.




Comentarios

  1. Me ha encantado. Me hace vivirlo.

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  2. Bonito relato. La guardia civil lo tendrá en cuenta. Jiji

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    1. Muchísimas gracias por pasarte por aquí y comentar. Efectivamente, imagino que la Guardia Civil tendrá sus estrategias para proteger la seguridad ciudadana. Aunque en este caso, si el protagonista, gracias a Titán ve la luz, quizás pudiéramos dejarlo pasar...

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  3. Muy bueno, no esperaba ese desenlace.

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    1. Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar. Me gusta que te haya sorprendido ese giro final en el desenlace del relato. Un abrazo!!

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