EL SECRETO DE DON LEOPOLDO. UN RELATO PARA EL CONCURSO ZENDA.
EL SECRETO DE DON LEOPOLDO Mi padre tuvo la gran fortuna de haber recibido clases del mejor maestro del mundo. De no haber sido por él jamás podría haber estudiado. Sus tiempos de niño y estudiante fueron tiempos de postguerra; tiempos de gris y ceniza donde las esperanzas solo se aparecían por los rincones de los sueños. Mi abuelo bien sabía que la enseñanza era una llave mágica que abría mentes y aquella expresión suya la convirtió después mi padre en mantra que repetía en casa a cada ocasión en que nos veía holgazanear a mi hermano y a mí delante de los libros. Para nosotros la educación es algo al alcance de la mano, fácil como un chascar de dedos; que está simplemente ahí, pero al abuelo (como a otros muchos) le costaba el poder pagar las cuotas mensuales del colegio. El precio, entonces, por estudiar hoy podría producir risa, pero hace setenta años al abuelo le producía dol...