Un relato: El ingenioso abogado

El ingenioso abogado Mi nombre luce en una placa dorada algo desgastada por el sol y la intemperie en un portal de una callecita de Barcelona. Debajo del nombre figura la palabra Abogado. Buena ocupación esta para deshacer agravios, enderezar tuertos, enmendar sinrazones, abusos que mejorar y deudas que satisfacer. Clientela no falta, trabajo tampoco y aunque lo de cobrar honorarios no va tan parejo, no puedo quejarme. El despacho me da hasta para tener a un secretario, un vecino desocupado que, además de ordenarme papeles y agenda, también me ofrece buenos consejos. Otro cantar es que mi sentido del honor permita seguirlos. Dice que debo despabilar, porque las más de las veces, por ser demasiado caballero, abusan de mí regateando en el pago de la minuta ya de por sí magra y aún otras muchas sin siquiera regateo, dejan en ...