LA CLASE DE GRIEGO
Paseando
por la calle Gran Vía de Madrid en
noviembre del año pasado entré en la Casa del Libro. Había acudido a Madrid a
visitar la feria SIMO y después de un intenso día de viaje y asistiendo a exposiciones, conferencias y visitando
puestos con información de muchas cuestiones relacionadas con la Educación y la Innovación
mis compañeros y yo decidimos dar un pequeño paseo para despejarnos y me topé con la Casa del Libro. Fue como dar con un oasis en
mitad del desierto: un retiro espiritual
donde encontrar sosiego, paz y relajo después de tanto bullicio y actividad.
Recorrí pausadamente los estantes distribuidos entre las dos plantas del local y compré el libro de la reciente, por entonces, nobel de ese año, la surcoreana Han Kang, "La
clase de griego" . Una novela escrita y publicada en 2011. No había leído nada de esta escritora y, sinceramente, no creo
que lo vuelva a hacer y ojo eso no quiere decir que no escriba bien. En
absoluto. Su escritura rezuma sensibilidad. Una escritura que sondea las profundidades
del ser humano, la sensibilidad de la persona, la dureza del mundo, el cómo
reaccionamos las personas antes los muchos avatares y obstáculos que nos
presenta la vida y de cómo el amor y el apoyo puede ser la única salvación ante
la fragilidad humana. Es una lectura sosegada cargada de sensibilidad pero que,
aviso no recomiendo a aquellos lectores que por las circunstancias que sean no
estén atravesando un buen momento vital. Corren el riesgo de hundirse más,
aunque es cierto también pueden encontrar la salvación dando con el resorte que produzca su catarsis,
pero esto no lo tengo yo tan claro.
En
la clase de griego se narra la historia de un profesor de griego condenado a
perder la vista, sabiendo que eso será el fin de su autonomía vital y una alumna que ha perdido a su madre, la custodia de su hijo, divorciada y que además también ha perdido la
capacidad de hablar, todo ello además con una lógica gran tristeza existencial. Ambos se conocen y ambos a
través de sus pesares vitales se enamoran a su manera y se apoyan. Encuentran
refugio el uno el otro a pesar de la incomunicación encontrando nuevos
lenguajes que transcienden la cotidiano buscando la conexión íntima y más
emocional entre dos personas.
El último capítulo se titula Bosque submarino:
“Nos quedamos tumbados
uno junto al otro en los bosques del fondo del mar.
En un lugar donde no
había luz ni sonidos.
No podía verte.
Yo tampoco podía
verme.
Tú no hiciste ruido
alguno.
Yo tampoco hice ningún
ruido.
Nos quedamos allí
tumbados
Hasta que por fin
pronunciaste algo,
Hasta que se escapó
una burbuja redonda y
leve
de tus labios.
Estabas anhelante.
Daba miedo la quietud.
Estaba oscuro,
Como la oscuridad más
profunda de la noche,
Como las profundidades
abisales donde la presión aplasta a los seres vivos.
De pronto tu dedo
índice empezó a escribir algo en mi hombro desnudo.
Bosque, eso fue lo que
escribiste.
Me quedé esperando la
siguiente palabra.
Cuando supe que no
habría otra, abrí los ojos en la oscuridad
Y vi la borrosa mancha
de tu cuerpo blanquecino en la negrura.
Entonces estábamos muy
cerca.
Tan cerca que nos
abrazamos.
Seguía cayendo la
lluvia.
Algo se despertó en
nosotros.
Allí donde no había
luz ni voces,
Entre astillas de
corales que no habían soportado la presión,
Nuestros cuerpos
trataban de subir a flote.
No deseando volver a
la superficie,
Rodeé tu cuello con
mis brazos,
Busqué tu hombro y lo
besé.
Para que no siguiera
con mis caricias,
Me cogiste la cara y
emitiste un breve sonido.
Lo oí por primera vez…”
Ficha técnica:
Título: La clase de griego.
Autora: Han Kang (Premio Nobel de 2024)
Editorial: Random House
Género: Narrativa de ficción.
Páginas: 175
Traducción: Sunme Yoon
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