CONTRA LA ESTUPIDEZ, APRENDE A PENSAR

 

CONTRA LA ESTUPIDEZ, APRENDE A PENSAR

 

Este es un libro que me acabo de leer. Su autor es Ricardo Moreno Castillo profesor de matemáticas de instituto y también profesor de filosofía también en la Universidad. Por cierto, al final de esta entrada hay un enlace a un vídeo de una entrevista que le hicieron en un programa Risto Mejide y Eva Hache que me encanta.

Algunas perlas, a modo de aforismos, que me han encantado del libro son:

“A algunas personas da gusto oírlas hablar, a otras más gusto aún verlas callar”.

“No te excedas en la modestia, los demás tendrán una idea de ti aún más modesta.




A lo largo de las páginas de este libro el autor hace un repaso muy particular de la historia de la filosofía y de los más importantes filósofos a juicio del escritor. Él mismo explica que esta selección es muy personal y que podrían estar incluidos otros, o bien, no figuran algunos de los que en el libro figuran. En el libro a través del pensamiento de los diferentes pensadores se insiste mucho en la importancia de tener un juicio crítico, el no dejarse llevar, si más, por las corrientes porque muchas veces no son correctas y la dictadura de lo políticamente correcto es un lastre muy duro de digerir. De hecho, las primeras páginas están dedicadas a la lógica proposicional y el pensamiento lógico que es muy importante conocer para detectar las falacias que continuamente nos “cuelan” por doquier en política y en el mundo en general. Acerca del espíritu crítico y analítico documenta esto  magistralmente con los pensamientos que contradecían la doctrina católica, por ejemplo como un castigo como el infierno puede ser un castigo eterno por faltas concretas y finitas. Eso no es justicia y menos justicia de un Padre celestial. Como también un pecado puede transmitirse de padres a hijos y de generación a generación, es prueba de otro dispararte, que los teólogos intentaban replicar retorciendo argumentos. Un sin sentido como el que el hijo de un asesino tuviera que rendir cuentas por los crímenes de su padre.

 

Especialmente muy interesante la parte dedicada a Kant y su paloma y los límites de la realidad.

Página 165

“Está parábola de la paloma ya es clásica en la historia de la filosofía. El pájaro que vuela con dificultad porque tiene el viento en contra puede imaginarse que volaría mucho mejor si no hubiera aire. Pero el aire que le dificulta y entorpece el vuelo es el mismo que se lo permite. Ya sabemos que toda posibilidad humana tiene un límite (por la misma condición limitada del ser humano), pero es importantísimo entender que el límite y la posibilidad son la misma cosa, pues suprimiendo el primero se suprime también la segunda.

El escritor inglés Gilbert K. Chesterton imaginó una parábola semejante a la de la paloma para expresar la misma idea. <<Me gustan mucho las ventanas –decía-, y quiero abrir muchas en las paredes de mi casa. Pero si en la pared abro demasiadas ventanas me quedo sin pared, y en consecuencia me quedo también sin ventanas. La pared que me permite abrirlas es la misma que me las limita>>… Es muy bueno subrayar un libro que estamos leyendo. Y si queda muy subrayado es buena señal, significa que hay en él muchas ideas que nos han llamado la atención o nos han hecho pensar. Pero si terminamos subrayando todo el libro es igual que si no hubiéramos subrayado nada…

En algunos países socialmente muy protectores, todo el mundo recibe un pequeño salario para que quien esté en el paro no tenga que mendigar. Pero ¿qué sucedió cuando esta prestación, en tiempos de bonanza, se hizo demasiado generosa? Pues que algunas oposiciones, a cartero por ejemplo, quedaban desiertas. Nadie se presentaba”

El autor basándose en esta parábola de Kan critica abiertamente la imposición de una educación obligatoria

Página 168

La igualdad y la libertad son cada una de ellas frontera de la otra, casi cualquier progreso de una de ellas es a costa del retroceso de la otra. Ni la libertad se puede ejercer en medio de una igualdad absoluta ni la igualdad puede funcionar sin libertad. Retomando la hermosa parábola de Kant, cada una de ellas es el aire que posibilita (e inevitablemente limita) el vuelo de la otra.

Incluso un menor de edad puede ser llevado por sus padres al médico, quiera o no, pero es muy difícil que termine curándose si no pone algo de su parte, por muy menor de edad que sea. Sin llegar a ese extremo, todos los chicos deber ser informados de lo que es una buena alimentación, de que conviene que no abusen de los dulces ni de la bollería industrial y de que no han de beber alcohol ni fumar antes de cumplir los dieciocho años. Ahora bien, a partir de los doce, un adolescente pasa más tiempo con sus compañeros y con sus amigos que con sus padres, y está muy bien que así sea. Durante este tiempo que están fuera de control, son más libres pero más desiguales. Los más inteligentes, que habitualmente son quienes se creen más listos, decidirán que todo eso son tonterías de los mayores y se atiborrarán de comida insana. Los primeros tendrán mejor salud en el futuro y los segundos más problemas de obesidad o diabetes. ¿Cómo se podría paliar esa desigualdad? Pues cercenando su libertad, de modo que nadie pudiera salir a la calle antes de ser mayor de edad sin estar acompañado por un adulto. Pero entonces cercenamos también la educación, que consiste precisamente en ir concediendo a los educandos, a medida que se hacen mayores, más espacios de libertad. Estos espacios de libertad y el dinero que les den los padres para sus gastos los dedicarán algunos a ver buen cine, a comprar buenos libros y a practicar deporte, y otros a beber cubatas y a fumar antes de tiempo, creyendo que así parecen más hombres. Los más inteligentes administrarán su tiempo libre de un modo inteligente y se irán construyendo como personas. Los más estúpidos administrarán su libertad de un modo estúpido y se irán deteriorando como personas. Esta es una desigualdad que no tiene solución, es el límite de cualquier tipo de educación, por buena que pueda ser. Es una desigualdad que no se debe a un fallo del sistema educativo, sino a la frontera erigida por la propia condición humana. Los desastres educativos llevados a cabo en tantos y tantos países no tienen otro origen que la negación de ese límite.

El primer ejemplo lo entiende todo el mundo. La medicina no puede ser obligatoria (salvo para quien tiene una enfermedad terriblemente contagiosa y ha de guardar cuarentena le guste o no), so pena de volverse inoperante. El segundo ejemplo, el de la educación, todavía no se ha entendido. Reconocer como deseable una enseñanza de calidad en la que todos los jóvenes puedan demostrar su capacidad de trabajo y su inteligencia es considerado discriminatorio y reaccionario porque dejaría fuera a quienes no son muy trabajadores ni muy inteligentes. Pero reconocer esto no es reaccionario ni progresista, tan solo hacer ver de nuevo un límite a la realidad. Y la igualdad que se ha impuesto en la educación en muchos países ha tenido que pagar el precio de la libertad de los más capacitados, que no pueden aprender todo lo que podrían debido al mal ambiente que reina en los centros educativos por culpa de quienes no quieren estar en ellos. El mismo mal ambiente que reinaría en un hospital si estuvieran a la fuerza quienes no quieran ser curados”

“… Si suprimimos los conservatorios y prohibimos la educación musical, conseguiremos la igualdad: todos seremos igualmente ignorantes en música, y nadie tendrá razones pare envidar a nadie por lo bien que toca un instrumento. Eso sí, a costa de mutilar la libertad de aquellos a quienes sí les gustaría dedicarse a la música, que no podrían hacerlo. Si concedemos esa libertad y abrimos conservatorios en los cuales pueda matricularse quien quiera, tenemos ya la desigualdad de resultados: unos poseen más aptitudes que otros, y entre quienes sí la poseen, no todos tienen el tesón y la fuera de voluntad para practicar cada día. A no ser, claro que para recuperar la igualdad se obligue a todo el mundo, por ley a matricularse en un conservatorio, pero entonces los que estuvieran a la fuerza no dejarían aprender a quienes sí quisieran. Además, a estos últimos habría que enseñarles muy poquito, no vaya  a ser que caigamos en el elitismo de que destaquen los hijos de los músicos, que llegan con cierta ventaja por lo que ya traen aprendido de casa. Y volveríamos a la igualdad inicial: nadie aprendería música, igual que si no hubiera conservatorios. Solo que esa ignorancia música, que se hubiera podido conseguir de balde, se ha logrado gastando un montón de dinero en conservatorios.”

FICHA TÉCNICA

Título: Contra la estupidez, aprende a pensar.

Autor: Ricardo Moreno Castillo.

Género: Ensayo.

Páginas: 237

Editorial: Espasa

Precio: 19,90 euros.

ISBN: 99788467066326

Para saber más:

Artículos de opinión de Roberto Moreno Castillo en el diario “El País”

https://elpais.com/autor/ricardo-moreno-castillo/

Entrevista en Televisión:

https://youtu.be/mlM30AcfcJQ

Conferencia del autor sobre la Educación en España:

https://www.youtube.com/watch?v=ER1ePcDI7cU

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