Hace cuarenta años y tres mil páginas
Hace cuarenta años y tres mil páginas De tu vida nos queda un amor mayúsculo al imperio de la lengua y a su servidora más ferviente y leal: la palabra. La afilabas con precisión de bisturí porque sabías que la precisión de su uso era la única manera de extirpar la incultura cerril que azota a todos los pueblos cuando se les hurta el favor de la lectura. Nos hiciste entender que la palabra alcanza donde no llega la espada del odio y el oscurantismo; que la palabra es bálsamo para la dureza de la vida y su luz ilumina las oscuridades más profundas. Sólo quién conoce la palabra sabe manejarla para pronunciarla con el corazón. Sólo quien conoce el reino de la palabra conoce los caminos del pensamiento para encontrar la libertad por extraño y difícil que sea el mapa que nos pone delante la vida. Y tú, que todo eso lo sabías, nos...