NUNCA SE SABE

NUNCA SE SABE Escuchabas tu diagnóstico con la mirada puesta en el folio que el médico sujetaba entre sus manos mientras lo leía. Apenas levantó la vista del informe, como si temiera cruzarse con tu rostro de desesperación. Ese rostro perfilado en quienes contemplan el abismo de la palabra cáncer a sus pies. Pero dónde otros señalaban una honda angustia tú dibujaste una sonrisa mientras guardabas el sobre con el informe en el bolsillo de tu gabardina. María no había regresado aún a casa. Otro día que en el trabajo se le habrían acumulado demasiadas cosas. Se quejaba del excesivo papeleo y encargos en la oficina. Ahora recordar que para ella la oficina era un sin vivir te hacía reír. Dos días antes llegó a las dos de la mañana. Te extrañaba que se pudiera trabajar hasta tan tarde en una oficina. "Salimos a cenar algunos compañeros y nos quedamos después a te...