"COMO SI NADA " UN RELATO PARA EL CONCURSO DE ZENDA
Como si nada
Acudió Casandra a la última cumbre mundial sobre el cambio
climático con cierta inquietud, pero con algo de ilusión también. La razón no
era para menos. Si miles de años atrás había sido Troya ahora se trataba de la humanidad entera y el planeta. Ni los cielos se acordaban de cuando, gracias a su poder para adivinar el
futuro, Casandra advirtió a sus vecinos de Troya del peligro que encerraba aquel gigantesco
caballo de madera dejado por los griegos
a las puertas de la ciudad. Ningún Troyano la creyó entonces, pero ahora en
esta cumbre albergaba esperanzas de que aquel terrible maleficio impuesto por el dios Apolo —el que sus palabras no fuesen
creídas por nadie—se hubiera desvanecido por el tiempo o el olvido.
Durante su alocución en la conferencia Casandra
esta vez percibía algo diferente. Sus palabras parecían haber recuperado esa
capacidad de persuasión arrebatada por el burlado Apolo. Aunque vestía con ropajes extravagantes
para los tiempos de hoy, su vestimenta no distrajo la atención de ninguno de
los asistentes. Parecía no importarles para nada su ropa, ni su manera de hablar,
ni que pareciera una mujer de otra época muy antigua y diferente a la actual.
Sólo les atraía lo que ella les estaba narrando. Casandra, a medida que hilvanaba su discurso,
posaba la mirada en los ojos de los asistentes y apreciaba un interés sumo en
todo cuanto ella decía. Se fijaba en los
gestos del público que la escuchaba. Sus cabezas basculaban en señal de
asentimiento. Todo hacía indicar que por primera vez en mucho tiempo volvían a
creer en ella. El personal la observaba enmudecido. Aunque ya llevaban muchas horas
de reuniones, entrevistas y presentaciones, el cansancio de sus rostros se
había difuminado ante la clarividencia de Casandra. Seguían
con los ojos muy abiertos sus prolijas
explicaciones acerca del paisaje distópico en ciernes y las devastadoras consecuencias que el cambio
climático tendría sobre el planeta, sobre ellos mismos y sobre las generaciones venideras. Su
discurso recibió la ovación más grande y unánime de todos cuantos se
pronunciaron.
A la
clausura de la cumbre todos los gobiernos y los medios de comunicación decían tomar
buena nota, convencidos como estaban de aquellas reveladoras palabras, hasta el punto de que Casandra creyó, por fin, roto el maleficio de Apolo.
No pasó
mucho tiempo en darse cuenta de que aunque esta vez sí le creían sus palabras
la gente no hacía absolutamente nada. Lo que venía a significar que era
prácticamente lo mismo que si no la creyeran. En definitiva, la gente seguía viviendo tan
feliz como los troyanos en la noche de la celebración de la victoria a los
griegos....
FIN
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