VENGANZA O JUSTICIA
Venganza
o justicia
No es infrecuente escuchar
clamar a la gente: "Queremos Justicia",
aunque baste una leve mirada para darse
cuenta de que lo se pide realmente es
venganza. Otras veces, por el contrario, se escucha: "Pedimos justicia no
venganza". Una manera moderna y civilizada de reclamar el resarcimiento
que se le debe procurar a la víctima. Esto ya lo formuló de manera elegante muchos siglos atrás Epicuro: "La
venganza es la justicia del hombre salvaje y la justicia es la venganza del
hombre social. Y como ejemplo, podría servir el que en algunos países exista la
pena de muerte o la cadena perpetua. En las sociedades primitivas la venganza era
moneda común y estaba en el origen de un proceso de "ajuste de
cuentas" sin fin, que afectaba a
familias enteras y, a veces, hasta generaciones. Cuando las sociedades avanzan
la justicia asume, en parte, como una de sus funciones la de la venganza como mecanismo para cohesionar a las sociedades y sobre todo para poner fin a una espiral
de venganza. Otras finalidades de la justicia serían intentar reinsertar al
victimario en la sociedad, y al hacerle cumplir su condena que sirviera de ejemplo para que otros no sigan
su conducta.
Una cosa es la
venganza y otra la justicia.
En nuestra cultura occidental debido a la
influencia del cristianismo está mal vista la venganza y también porque se la
considera algo primitivo. Y eso, a veces, produce un gran conflicto interior en
las víctimas o sus allegados que enmascaran con el perdón una incapacidad o
impotencia para vengarse, o bien sufren
una lucha interior entre el perdón y su incapacidad de olvidar lo que les puede
llevar al resentimiento, y de ahí a una profunda tristeza.
En la época antigua
la venganza iba unida a la ira, pero con el tiempo se desvinculó y se emparejó
con la espera y la cautela. El vengativo ya no es impulsivo, pero es rencoroso,
incapaz de olvidar y por supuesto de perdonar.
La cultura del
perdón ha sido una herencia del cristianismo, pero sorprendería saber que uno de
sus máximos exponentes teológicos, Santo Tomás de Aquino, la defendía, al menos, en algunas circunstancias. Consideraba a la venganza una virtud cercana a la
justicia y emparentada con la gratitud. Santo Tomás decía que si la gratitud es
la respuesta debida a un bien recibido, la respuesta a un mal recibido seria la venganza. La
venganza sólo sería mala si buscase principalmente el mal del culpable y se
alegrara de él, porque gozarse del mal del prójimo es odio, pero sí con la
venganza se pretende el ejercicio de la justicia y del honor debido entonces es
lícita la venganza.
En la RAE, Venganza se define como:
"Satisfacción que se toma del agravio o daño recibido" y precisamente esta satisfacción también la
experimentan además de los humanos, los primates. La neurociencia ha comprobado que tras la venganza se libera dopamina un
neurotransmisor de la felicidad que produce satisfacción. En otras palabras, la
venganza produce placer. Además desde el punto de vista evolutivo podría ser un
mecanismo que hiciera desistir a los demás miembros de la tribu de hacer ninguna
jugarreta porque sabían que se la devolverían. En la literatura y en el cine,
en muchas ocasiones cuando el protagonista ha sufrido una gran injusticia o
afrenta y tiene la oportunidad de
vengarse, se crea una gran expectación y el espectador en su fuero interno casi
desea que se produzca esa venganza. Qué es si no es "El conde de
Montecristo". O por poner un ejemplo, el argumento principal de la película "Lejos de los hombres"
de Vigo Mortessen en la que el protagonista, un francés nacido en Argelia, intenta poner a salvo a un árabe acusado de
homicidio por los suyos y evitar que lo maten debido a la ley de
sangre y llevarlo ante la justicia francesa para que responda por su delito. En
la ley de sangre (en el mundo musulmán) si el homicida o su familia no pagaba
una especie de indemnización a la familia de la víctima aquella tenía el
derecho de matarle a él o alguno de sus familia iniciándose así un proceso sin
fin.
No nos engañemos,
en el mundo cotidiano, pese a los intentos de Kant, sabemos que lo bueno y lo
feliz no van de la mano. O al menos no siempre, o que tenemos que
esforzarnos para hacerlos coincidir. Personas extremadamente buenas pueden no ser
felices y sufrir infortunios y, por el contrario, personas
detestables llevar una vida de auténtica maravilla. Otra cosa es que se
deban hacer las cosas con independencia de que nos premien o castiguen. De
todos modos, en mi opinión, lo que
caracteriza a una sociedad que se
considera verdaderamente desarrollada es
aquella en donde la vida, aunque sea la
del criminal más monstruoso, se respeta.
Sin venganza. La venganza aunque sea
placentera no es buena. Aunque
dependiendo de las circustancias se podría tener en cuenta las palabras de
Santo Tomás al respecto...
Qué difícil es todo esto! En realidad no sabemos cómo gestionar el sentimiento de venganza. Cuanto más cerca de nuestra persona más fuerte nos hiere. Cuanto más lejos más diluida.
ResponderEliminarEs un laberinto de poderes donde nadie sabe quién es quién y aquí me refiero a poderes políticos y económicos. Así es nuestra cultura, "poderoso caballero es don dinero".
Muchas veces, con el paso del tiempo, ese afán de venganza si no se lleva a cabo en el momento suele ir deformando el suceso que lo ha provocado.
ResponderEliminarSe enquista y se convierte en una bola de nieve que va haciéndose más y más grande.
Al final solo quieres vengarte aunque ya no sepas el porqué que causó este sentimiento.
Abrazos.