ANTOLOGÍA POÉTICA DE LUIS CERNUDA

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA: ANTOLOGÍA POÉTICA DE LUIS CERNUDA

Mi última lectura ha sido una antología poética de Luis Cernuda, poeta ilustre  de la generación del 27. Nacido en Sevilla (1902) y fallecido en Méjico (1963) y que pasó buena parte de su vida en el exilio en tierras inglesas y norteamericanas.  Antología seleccionada y prologada por  el escritor Francisco Brines y editada y publicada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en 2002 con motivo del centenario del nacimiento del poeta.




La poesía se disfruta y  cuando  alguno de sus poemas o versos nos estruja el corazón  y nos calan hasta lo más hondo de  las entrañas y nos cimbrea el sentido  es  cuando se relee y vuelve a releer, admirando las palabras del poeta como una verdadera obra de arte que ha sabido de manera magistral captar la esencia de la vida de cada uno para mostrarla en papel,  negro sobre blanco.
Poesía dedicada al amor.  Al anhelo intenso y desesperado del amante  sobre el  amado el cual  es muchas veces inconsciente o indiferente. A la dicotomía entre deseo y realidad; querer y no poder y a los amores tardíos e imposibles.
De dicha antología reproduzco algunos de los poemas y versos que más me han gustado:
MÚSICA CAUTIVA
A dos voces
"Tus ojos son los ojos de un hombre enamorado;
Tus labios son los labios de un hombre que no  cree
En el amor." "Entonces, dime el remedio, amigo,
Si están en desacuerdo realidad y deseo."

SOMBRA DE MÍ
(Fragmento)
Bien sé yo que esta imagen
Fija siempre en la mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí existe
Antes que el tiempo acabe.

VIOLETAS
Leves, mojadas, melodiosas,
Su oscura luz morada insinuándose
Tal perla vegetal tras verdes valvas,
Son grito de marzo, un sortilegio
De alas nacientes por el aire tibio.

Frágiles, fieles, sonríen quedamente
Con muda incitación, como sonrisa
Que brota desde un fresco labio humano.
Mas su forma graciosa nunca engaña;
Nada prometen que después traicionen.

Al marchar victoriosas a la muerte
Sostienen un momento, ellas tan frágiles,
El tiempo entre sus pétalos. Así su instante alcanza,
Norma para lo efímero que es bello,
A ser vivo embeleso en la memoria.

NO ES EL AMOR QUIEN MUERE
No es el amor quien muere,
Somos nosotros mismos.
Inocencia primera
Abolida en deseo,
Olvido de sí mismo en otro olvido,
Ramas entrelazadas,
¿Por qué vivir si desaparecéis un día?

Sólo vive quien mira,
Siempre ante sí los ojos de la aurora,
Sólo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.

Fantasmas de la pena,
A lo lejos, los otros,
Los que ese amor perdieron,
Como un recuerdo en sueños,
Recorriendo las tumbas
Otro vacío estrechan.

Por allá van y gimen,
Muertos en pie, vidas tras de la piedra,
Golpeando impotencia,
Arañando la sombra
Con inútil ternura.

No, no es el amor quien muere.

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad porque muero.

Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;

Si muero sin conocerte, no muero porque no he vivido.

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