El laberinto sentimental III parte. El aprendizaje sentimental.

El laberinto sentimental III parte.
El aprendizaje sentimental. Carácter y personalidad.

En la entrada anterior hablamos de los sentimientos vistos a través de las distintas culturas. La conclusión es clara. Aunque hay unos sentimientos básicos que son comunes a todos los humanos en todas las culturas, también hay variaciones, sin llegar por supuesto a diferencias abismales. Comentamos como la ira es muy extraña en los esquimales adultos. Como el sentimiento de gratitud es algo muy especial en la cultura japonesa y no debe comprometerse a nadie ofreciendo ayuda si esta no es requerida.
Todas las culturas intentan clasificar los sentimientos en buenos y malos. Sabemos que el sentimiento dispone para la acción. Hay sentimientos que ponen en marcha conductas perturbadoras como por ejemplo la furia, o también el arrebato erótico o sexual. En algunas culturas, como los ifaluk, el excesivo aprecio a los bienes terrenales era considerado nefasto. En cualquier sociedad que necesiten de una cooperación permanente, cualquier sentimiento que rompa la cooperación son sentimientos negativos como el odio, la envidia,  la desvergüenza, etc. Estos ifaluk viven en los atolones aislados del Pacífico, azotados por tifones en la más absoluta precariedad, bajo una naturaleza muy amenazadora y para ellos la cooperación es fundamental. Casi en el polo opuesto podemos considerar la sociedad occidental tremendamente individualista donde la competitividad desmedida y otros sentimientos negativos pueden proliferar. Para los ifaluk cualquier cosa que pueda alterar la paz es un tremendo peligro y una de estas cosas es que el individuo hiciera pasar su felicidad por su bienestar personal y la cimentara en sus propiedades y dejara de colaborar activamente con el resto. Quizás por estas mismas razones, en las sociedades opulentas pueda crecer tanto el odio, la insolidaridad y el egoísmo. Donde reina el individualismo y cualquier individuo puede verse como una amenaza que puede perturbarnos o molestarnos aunque fuera en lo más mínimo.
Todos los sentimientos que cortan la comunicación suelen ser proscritos por alguna cultura. Hasta la avaricia, que sería un modo de romper la comunicación económica. El miedo es comprendido por todas las culturas. El miedo es libre, es un sentimiento natural, lo que se condena es la cobardía. Aunque huir puede ser bueno, algunas veces hay que plantar cara y hacer frente. Se admira la valentía. La valentía puede suponer cierto desdoblamiento del yo. Lo que deseo y lo que quiero. Deseo huir pero quiero quedarme. Spinoza lo dijo “La valentía consiste en el deseo de ser lo que se piensa que es mejor ser”.

El aprendizaje sentimental
Bien, una vez que hemos hecho ese breve repaso de los sentimientos a través de distintas culturas. Vamos a estudiar la influencia decisiva que ejerce la madre en el desarrollo afectivo y sentimental del niño. Recordemos que somos inteligencias afecticas y que nuestra memoria que es nuestra esencia, lo que configura nuestro yo, se desarrolla en un proceso emocional. La madre juega un papel decisivo. De hecho, según varios investigadores hay correlación positiva entre el carácter pesimista u optimista de la madre y el carácter de los hijos. No así para el caso del padre. El carácter del padre no guarda correlación con el de los hijos. Esto es una prueba más de que los sentimientos tienen una clara base genética pero también un parte aprendida. Hay miedos innatos y miedos aprendidos. Veremos esto más adelante.
Nacemos a medio hacer y el niño no sólo se alimenta de leche y papillas. También de información, que se integra físicamente. El aprendizaje construye nuestro cerebro, que se convierte en un híbrido entre biología e información.  La vida afectiva de un niño pasa por varias etapas, articulándose de modo diferente en cada individuo y originando por tanto personalidades diferentes. En ese proceso la madre desempeña un papel clave. De bebé, una de las principales tareas de la madre es permitirle soportar tensiones cada vez más intensas y hacer que cese cuando la emoción va a desbordar al niño. Esta etapa es axial en el desarrollo afectivo del individuo. Es clásico ya el estudio de Ainsworth: el papel de la sensibilidad maternal en el establecimiento de un apego seguro y las diferencias individuales en la cualidad de estas relaciones. Diseño una prueba llamada “situación extraña”, que consiste en una sucesión de episodios que se realizan en una habitación desconocida, donde el niño está con la madre, con una mujer desconocida o solo. A través de los datos que se generan en los distintos episodios de ausencia breve de la madre, en el retorno, o en la interacción con la desconocida, se pueden distinguir tres tipos de apego:
Imagen todamda del blog: http://julietalajirafita.blogspot.com/. Un blog con cuentos infantiles.

Apego seguro: Los niños con este estilo afectivo se entristecen con la separación, pero cuando su madre vuelve la buscan y pueden ser consolados.
Apego ambivalente: Cuando la madre vuelve después de la separación, el niño quiere estar a su lado, pero no quiere ser consolado.
Apego de evitación: Estos niños no hacen ningún esfuerzo para relacionarse con su madre cuando regresa.
Cada estilo de apego da lugar a un estilo afectivo diferente. Los niños con apego seguro muestras emociones positivas y negativas. Los ambivalentes experimentan más negativas que positivas y los inseguros muy pocas emociones, ni positivas ni negativas.
Pero además estos tipos de apegos influyen no solo en la evolución afectiva del niño, sino también en el desarrollo de la inteligencia. No somos inteligencias puras, sino inteligencias afectivas.                                                                                          En el primer año de vida se constituye el sistema motivacional que incita a explorar, si se ha establecido una referencia materna con apego seguro o bien a enrocarse, un rechazo crónico, con un cuidador ausente o imprevisible o hipercontrolador, por que no enseña a manejar al niño adecuadamente la tensión.
Los niños gravemente privados de afecto presentan un desarrollo anómalo. La seguridad básica parece fundarse en la certeza de ser querido.
Silvan Tomkins, uno de los pioneros de la psicología de los afectos, sostuvo que la diferencia en el aprendizaje sentimental determina incluso el estilo de pensamiento. Ha elaborado una Escala de polaridad, que sirve para definir lo que llama “posición humanista” y “posición normativa”. Por ejemplo, algunas de las creencias que corresponden con la posición normativa y posición humanista. ¿Quieren saber ustedes si son normativos o humanistas? Aquí tienen un pequeño kit de diagnóstico de urgencia  de su estilo intelectual:

Posición normativa
Posición humanista
1.                                                                                                                                                                                       Los números se descubren
1.                                                                                                                                                                                       Los números se inventan.
2.                                                                                                                                                                                       Jugar es de niños.
2.                                                                                                                                                                                       Nadie es demasiado viejo para jugar.
3.La mente es un espejo.
3.La mente es una lámpara.
4. Ver llorar a un adulto es desagradable.
4. Ver llorar a un adulto es patético.
5. Si usted tiene una mala experiencia con alguien, su manera de caracterizarlo es diciendo que huele mal.
5. Si tiene usted una mala experiencia con alguien, su manera de caracterizarlo es diciendo que le dejó un mal sabor de boca.
6. Los  seres humanos son básicamente malos.
6. Los seres humanos son básicamente buenos.


Supongo que la mayoría estaremos en un punto medio. Algunos más normativos que humanistas y otros al contrario.
Tomkins supone que esas diferentes posturas ideo-afectivas son el resultado de diferencias sistemáticas en el aprendizaje de los afectos. Pone como ejemplo las actitudes hacia la aflicción. Cuando el niño llora, el padre, siguiendo su propia postura ideo-afectiva, puede convertir la aflicción del niño  en una situación de recompensa, abrazándole y consolándole.  O puede, por el contrario, ampliar el castigo inherente a la aflicción oponiéndose al niño y su tristeza. Le exigirá que deje de llorar, insistiendo en que su llanto contraviene alguna norma y puede que le amenace  con aumentar su sufrimiento si no se calla. La típica frase “ Como te de entonces vas a llorar con motivo…”
Cada uno tenemos un estilo diferente de responder sentimentalmente a las situaciones. Este estilo procede de nuestra constitución fisiológica y de los hábitos aprendidos. Una y otra vez tendremos que referirnos a ese concepto confuso que llamamos personalidad y que no conviene confundir con el carácter. Son cosas diferentes. Uno puede ser cobarde, (carácter) pero actuar con valentía (personalidad). Una cosa es como sentimos (carácter) y otra como actuamos (personalidad). Puedo sentir odio y perdonar. Puedo estar agitado y actuar con calma.  El carácter es nuestro estilo de sentir y la personalidad es nuestro estilo de obrar. Aunque carácter y personalidad se mezclan en la vida diaria, son cosas separadas. Hay estilos permanentes de responder afectivamente a las situaciones, por ejemplo, la persona miedosa, que ante todo reacciona con temor, y el procesamiento que la inteligencia ejecutiva realiza sobre este carácter para configurar la personalidad.
Espero que esto les haya resultado interesante, por favor, necesito sus opiniones y comentarios. Escríbanlos, me gustaría enriquecerme con sus aportaciones. En la próxima entrada hablaremos del sujeto que siente. ¿Cómo se origina un sentimiento? Reciban un cordial saludo y hasta la próxima entrada.

Comentarios

  1. “Nacemos…..desbordar al niño”. De este párrafo con lo que más de acuerdo estoy es con “En ese proceso la madre desempeña un papel clave”. El final no me convence,o no lo entiendo. Yo veo siempre a la madre procurando evitarle conflictos al niño, cuanto más al bebé. Creo que la madre, sobre todo en la primera etapa de la vida debe dar mucho amor, mucha ternura, protección. Paulatinamente llegará el momento de ir educando, pero siempre sin olvidar que es la madre. Eso me lleva a rechazar un poquito la idea de Tomkins que parece haberse fijado solo en los casos extremos. Es cierto que el niño necesita ser consolado, sin grandes aspavientos, pero haciendo que quite importancia al dolor que está sintiendo que casi nunca es nada del otro mundo. Cuando es algo serio ya es otro cantar. En cuanto a la frasecita “…vas a llorar con motivo” que se escucha más de lo deseable, sin comentarios.
    En cuanto a los experimentos con niños, de que se habla, he de decir que ni me gustan ni creo en los resultados. Desde el momento en que a un ser humano, y menos un niño, lo sacamos de su entorno y lo hacemos vivir una experiencia forzada, no creo que pueda sacarse una conclusión clara y genérica. No soy psicóloga pero he sido hija, madre, abuela y profesora de adolescentes. Creo que lo que más nos enseña sobre su personalidad y su carácter, es el seguimiento, la observación de todos los días. Con todas las experiencias que en ese sentido tengo podría escribir un libro. (Modestia aparte)

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  2. Hola. Parece ser, a juicio de los expertos, que una de las tareas más importantes de la madre, es ayudar a que el bebé sea capaz de soportar cada vez mayores niveles de estrés. Esto dicho así, parece un poco exagerado. A medida que el sistema nervioso va madurando el individuo va siendo capaz de controlar mejor sus reaccciones y en las etapas iniciales el papel de la madre es clave. Sinceramente como padre me hubiera gustado que el papel del papá fuera más determinante, pero...
    Me parece también muy interesante tu apreciación sobre la extrapolación de conclusiones cuando se hacen experimentos sobre la conducta humana en entornos artificiales. No había reparado en eso y pensándolo bien, tienes toda la razón. Creo que una misma persona puede responder de diferentes maneras a un mismo estímulo o circusntancia dependiendo y que lo verdaderamente discriminatorio sería los estudios longitudinales, durante mucho tiempo a las mismas personas y comparar.
    Juanma.

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  3. ¡El padre! Es verdad que se ha dado poca importancia al padre en estos asuntos afectivos pero creo que va siendo hora de que las cosas cambien. Mi experiencia me dice que también el padre ejerce una función e influencia muy importante sobre el hijo ya desde los primeros momentos. Piensa un poco a ver si no recuerdas algún momento en que la persona de tu padre fue determinante en tu mundo afectivo y en lo relativo a la realidad circundante. Mucho más ahora que los papás estáis más cerca de los hijos, los bañais desde que nacen (¿te imaginas lo que ese sencillo acto puede significar para un bebé?),les cambiais los pañales, les dais la merienda. y un largo etc. Ya dice el refrán que no hay mal que por bien no venga y ,precisamente la resta e madre,ha traído suma de padre. Piensa,por otroo lado todo lo que por imitación aprenden los niños (sobre todo los varones) de sus padres.
    Con todo,la función de la madre es importante en muchos aspectos. Por ejemplo son y han sido responsables del machismo reinante y en sus manos está su desaparición. Pero también los padres, ahora, teneis esa responsabilidad.

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  4. Tomo nota, como padre que soy. También creo que la figura del padre puede ayudar al desarrollo del niño. Aunque los estudios posicológicos afirmen que la influencia de la madre es fundamental en los primeros años de vida, quiero pensar que la influencia del padre, no siendo tan determinante, si va calando poco a poco. Con respecto al machismo, es un asunto con muchas caras, que da para hablar mucho. Hay varias formas de machismo, desde las más extremas como la violencia doméstica hasta otra mucho más suave y camuflada que llaman "El techo de cristal". Pero en fin, esto lo dejaremos para otra ocasión.
    Juanma.

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  5. Si se me permite entrar en esta pequeña polémica, creo que a veces es muy esclarecedor ver las cosas desde una óptica diferente. Es evidente que un bebé necesita de gran afecto, ternura, contacto físico desde que nace para llegar a ser un adulto maduro y equilibrado. En eso estamos de acuerdo, pero ¿quién dice que tiene que ser la madre la que lo dé? Es evidente que quien lo dice es un hombre y a colación del machismo reinante visible o invisible, afirmo que lo único que un padre no puede darle a un bebé desde el momento en que nace es la leche de sus pechos (afortunadamente ahora se pueden adquirir leches maternizadas muy bien conseguidas), todo lo demás: afecto, ternura, besos, atención amorosa lo puede hacer perfectamente un hombre, asunto diferente es que tenga la santa paciencia, la voluntariosa entrega, la abnegada capacidad de sacrificio necesaria para ello. Claro, es mucho más fácil, y sobre todo mucho más cómodo, decir que los hombres no sirven para eso, que para eso son mejores las madres. Pero, señoras y señores, yo he conocido padres afectuosos y entregados hasta un extremo admirable y madres que mejor hubieran hecho no teniendo hijos porque no son capaces de mover un dedo como no sea para su propio beneficio. Así que yo aquí rompo mi lanza a favor de los padres y les digo: adelante, lo estáis haciendo muy bien, hay que seguir por ese camino. Ya es hora de dejar de encasillarnos en papeles predeterminados sobre el cuidado y la atención del hijo. Muy bien dicho eso de que la resta de la madre es la suma del padre ¿Alguno ha visto la película Savior, ambientada en la guerra de Bosnia, cuando un soldado mercenario que cobra por matar no importa a quien usa un preservativo para alimentar a una niña recién nacida para evitar que muera de hambre porque su madre no la quiere pues ha sido producto de una violación de un soldado? eso sí que es cariño y entrega "maternal".

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  6. Interesante debate el planteado. En el último comentario se cuestiona el supuestamete poco papel del padre en el desarrollo del niño, a pesar de los diferentes estudios científicos (especialmente los de Ainsworth)que subrayan el papel decisivo de la madre. En mi opinión, el papel nuclear de la madre es sobre todo en los primeros años de vida. Durante y después el papel del padre yo creo que también ayuda a configurar el estilo afectivo del niño. Sería interesante que se abordara esta cuestión desde un punto de vista científico. La expresión "Como una madre no hay nada" aunque quizás deba de ser matizada, y hasta puede ser bueno restarle algo para sumarlo a la actuación del padre, en el fondo tiene mucho de razón. Ahora bien, yo personalmente como padre, haré todo lo que pueda para sumar procurando restar poco. Intentaré.
    Juanma.

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