Optimismo educativo

Optimismo educativo.
La docencia es una profesión  totalmente vocacional. Y una de las cualidades indispensables  para desarrollarla eficazmente  es ser optimista. Según esta cualidad, los claustros docentes los podríamos dividir en dos grupos: Los optimistas y los pesimistas. Muchos de los que están en el segundo grupo dicen que antes eran optimistas pero que con el paso del tiempo se han dejado llevar por la desidia (movidos por la desilusión y desmotivación dicen) y se limitan a dar sus clases e irse. Incluso en los claustros y en los departamentos cuando se debaten cuestiones, parecen estar en mejores condiciones los pesimistas. Ante un fracaso, ellos ya lo preveían.

Lo que está claro es que frente a un problema y en la educación no faltan, no cabe una actitud derrotista y pensar que nada se puede hacer, o que todo está perdido o que se haga lo que se haga nada va a cambiar.  Esto desde luego no es ninguna solución. La mejor actitud es ser optimista, aunque eso suponga muchas veces situarse en el blanco de la diana de los pesimistas.
En una entrada anterior dijimos que una de las características que compartían todas las escuelas de éxito era que estas escuelas depositaban una gran confianza en  todos sus alumnos y  que poseían expectativas elevadas de que todos ellos pueden aprender. Howard Gardner, estuvo trabajando con más de 17 premios Nobel y llegaron a la siguiente conclusión: Todos los niños pueden aprender la única variable es el tiempo que necesita cada uno. Una razón para ser optimistas.
La imagen socrática del profesor aislado con sus alumnos está en vías de extinción. Ningún profesor puede trabajar de manera aislada en un centro. Aunque esto nos cueste mucho a los profesores. Es necesario un trabajo en equipo. Otra de las características comunes a todas las escuelas de éxito es la de un claustro unido que tiene clara su misión pedagógica y sus líneas de actuación. Para ayudar a este comunión docente puede ser interesante la idea de trabajar con el currículum integrado y el trabajo por competencias.
Quizás pueda ser buena la comparación entre un profesor y un entrenador. El entrenador sabe lo que hay que hacer pero tiene claro que quien lo tiene que hacer es el atleta. Nosotros deberíamos hacer igual. No exhibir tanto nuestros conocimientos sino procurar que lo desarrollen nuestros alumnos. Como  los entrenadores, debemos fijar las metas y objetivos para que los "atletas de nuestras disciplinas" hagan  lo que deben hacer.
Aristóteles decía que cada cosa tenía un lugar natural. Por ejemplo, el lugar natural del humo sería el aire, iría hacia arriba y el de una piedra hacia abajo. Siguiendo esta idea quizás debamos  reconocer que en estos tiempos actuales que el lugar natural de un adolescente no sea estar sentado cinco o seis horas diarias en una silla escuchándonos a nosotros los profesores. Incluso me permito decir, que cuando asisto a cursos de formación, y no pocas veces, nosotros, los adultos (y me van a perdonar) nos solemos comportar, en general, bastante peor que nuestros adolescentes.
Otro aspecto nuclear que dejaremos para otra entrada es la colaboración de la familia y la escuela. Esta relación marca de nuevo las diferencias entre las escuelas de éxito y las que  no. Es fundamental una  "pedagogía compartida" que permita informar a la familia de que es lo que estamos haciendo en la escuela en cada momento y de cómo pueden ayudar. Dentro de este espíritu hay otros agentes además de la familia como podrían ser los Ayuntamientos y asociaciones que pueden proporcionar dinámicas muy interesantes de trabajo con miembros de la comunidad educativa.
Espero comentarios y sugerencias a lo aquí expuesto. Gracias.

Comentarios

  1. Por fin!!Una alusión al atletismo!!!, jajaja, tienes mucha razón en lo que expones, además es una circunstancia que se da en otros grupos sociales, no solo en los claustros de profesores.

    Saludos.

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  2. Me gusta el optimismo por naturaleza. Pero también me gustó este artículo: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/lado/negativo/optimismo/elpepusoc/20110907elpepusoc_10/Tes

    Salu2

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  3. Mi alegría ha sido inmensa al encontrar este artículo. Siempre he estado en el grupo de los optimistas, siempre he pensado que con los alumnos no se puede ser derrotista. El profesorad tiene en sus manos un potencial humano que no puede ni debe dejar que se pierda.
    Tienes razón en lo que al trabajo en equipo se refiere. yo he trabajado mucho sola por diversas rzones,pero los últimos años de mi vida docente activa fueron intensos y prolíficos en lo que a trabajo en equipo se refiere.
    Felicidades por tu postura ante esta hermosa profesión.

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  4. Hola, Mª Antonia, me alegra mucho que coincidamos y compartamos opinión al respecto. La receta contra el pesimismo y el desánimo no es quejarse y buscar culpables. Es buscar energías, ánimos y no perder de vista lo importante de nuestra misión.

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